Interrogar / devorar la imagen

Esta muestra se presentó en las salas 1 y 2 del Museo de Artes Visuales durante los meses de julio a septiembre de 2021.

Reunió obras cuya reflexión se concentra en nuestra relación con las imágenes, deformándolas, diseccionándolas, descomponiéndolas, invirtiéndolas de su sentido dado. Materialidades, discursos y desplazamientos de campo elaboran a partir de esta impronta que entrega al itinerario nacional varias trayectorias sobresalientes.

Interrogar / Devorar la Imagen. Colección MAVI UC

Esta muestra, ubicada en las salas 1 y 2 del Museo de Artes Visuales, presentó obras cuya reflexión se concentra en nuestra relación con las imágenes, deformándolas, diseccionándolas, descomponiéndolas, invirtiéndolas de su sentido dado.

El estatuto de la representación en su construcción, el temor a las imágenes, se grafica o toma forma en diversos medios, prevaleciendo quizás lo pictórico (algo muy local). Materialidades, discursos y desplazamientos de campo elaboran a partir de esta impronta que ha entregado al itinerario nacional varias trayectorias sobresalientes.

Interrogar la imagen por la curadora Carolina Castro

En el cruce generacional propuesto por esta exposición, desde el reconocimiento compartido, surge un modo poderoso de investigación y estimulación en torno a la construcción de la imagen. Cada artista ha escogido una gran diversidad de medios para ello. En las obras de este conjunto parece emerger una sensibilidad común en la que el pasado no es pasado, y donde la autoconciencia y la relación de uno, la propia biografía, con el poder recursivo del discurso visual, sustenta la disputa intelectual de la imagen artística.

En el presente existe una tensión teórica, una dialéctica, entre objeto e imagen, entre lo virtual y lo real, lo material y su significado que se conecta además a la forma en que las imágenes viajan como objetos y circulan en la esfera pública, entre imaginarios culturales y temporalidades.

Nos preguntamos, ¿por qué no comprometer la materialidad de la imagen junto con la materialidad de otros elementos visuales?, ¿cómo se piensa el medio a través de la imagen que contiene?, ¿por qué no considerar las imágenes inmateriales que existen dentro de nuestras mentes y memorias, no encarnadas y sin embargo dentro de nuestros cuerpos?, ¿pueden llevar las imágenes a otras formas de la organización de lo sensible, a interferencias donde lo individual lleve también a lo colectivo?

Esta selección indaga en la posibilidad de extender el espíritu de la producción visual chilena de los últimos cuarenta años interrogándose sobre la trascendencia de las imágenes, su arraigo dentro de las estructuras de poder, así como su curso y creación de realidades.

Devorar la imagen por la curadora Carol Illanes

¿Qué es la imagen? Nuestra permanente y progresiva sobreexposición a ellas no nos ayuda ciertamente a poder definirlas. Nuestro temor y desconfianza, y el querer apuntar todo lo que no está ahí y todo lo que sí está, al contrario, las diluye y nos impide alcanzar su verdadera naturaleza.

Las imágenes son siempre producto de un concepto. Los sujetos y épocas tras ellas todas las veces emergen. Pero lejos de ser solo instrumentos de representación, simples canales al servicio consciente o inconsciente de manipulaciones, la imagen es poder y pretensión; ocupa el lugar de lo que no está, de lo ocurrido ya perdido e incluso aquello que “nunca fue”. Su lugar dentro de nuestra relación con lo real nos instala en varias paradojas: cuando nos obliga a denunciar sus límites, su ser-limitado la confirma como pura permanencia y autonomía.

Pero porque nos vemos impedidos de encerrarla en los límites de su materialidad, la imagen será siempre un suspenso, algo que nos deja suspendidos. Definida como viviente y pensante, la imagen es parte –objeto predilecto pero también matriz– del pensamiento occidental. Como establece W.J.T. Mitchell, denunciar la potencia de las imágenes o negarlas es lo mismo: los dos actos expresan la misma ansiedad o reconocimiento delante de dicha potencia.

Bajo esa extraña paradoja y innegable ansiedad, el arte “invierte” en las imágenes, resucitando su función crítica y proponiendo una actitud ante ellas: reconocer que si bien tienen el poder de tocar lo ausente y volver presente lo distante, lo que hay que buscar es precisamente controlar en lo posible ese autoexcedente exorbitante, ese infinito entre lo que es y lo que no es. Antes que nos devoren, dicen los artistas, hay que devorarlas, y volverlas otra cosa.

Tres maneras de fracasar frente a un paisaje

“Tres maneras de fracasar frente a un paisaje” de PILAR ELGUETA. Instalación. Registro fotográfico de acción. 220 x 110 cm (2016)

La obra de Pilar Elgueta (1989) se concentra en una investigación por la descripción visual de los límites de la representación. Las imágenes como captura parcial de lo real, como porción insuficiente de ella, es el espacio de las preguntas de Elgueta, quien se ocupa de un tipo de imagen en particular, la del paisaje. Resulta coherente que el medio central en su trabajo sea la pintura, cuya etapa romántica permeó su historia, momento donde el vínculo entre la individualidad y lo inabarcable de la naturaleza encontró un umbral filosófico. Siempre desde la perspectiva de la reflexión y no tanto del de la técnica, una relación intrínseca entre el medio y el motivo, cruza su trabajo. El medio de la pintura es trasladado, sin embargo, a una expansión de soportes, medios y materialidades, que involucran la instalación, la fotografía y la matriz audiovisual.

En “Tres maneras de fracasar frente a un paisaje” la artista instala un paisaje al óleo en un soporte abandonado de afiches publicitarios, para luego tomar una fotografía frontal de ellos. El resultado montado como caja de luz en una estructura de acero, indica a su referente nuevamente en lo que podría ser otra pancarta o una ventana, un cuadro-ventana. La imagen resultante que contiene ahora a todas las demás: las representaciones del paisaje se solapan y encubren más bien el infinito margen de pérdida de lo real entre una y otra.